7 Ideas Para Cuando Te Quedas Sin Ideas

Déjame decirte esta gran verdad: no hay modo de que te quedes sin ideas.

Vamos a partir de ahí porque creo que esto es lo principal que necesitas conocer.

¿Desmotivación? Sí, a veces pasa. Créeme que he pasado por ese estado del alma escritora una y mil veces (puede que hasta mientras escribo estas líneas ande medio así, pero no lo sabrías porque no sería motivador).

La buena noticia es que se sale: y es más fácil de lo que piensas. Aquí te traigo siete ideas para cuando te quedas sin ideas (o eso piensas).

¿Qué asusta? Te creo. Me muero del miedo cada vez que me invade ese desgano.

Pero la peor estrategia es sentarte a disfrutar ese temor.

Ya lo dijo mi madre un día: escoge cuál traje ponerte, si el de guerrera o el de víctima.

Y ese es el principal truco que voy a dejarte en estas líneas. Si algo va a salvarte de la terrible sensación del desgano y la desmotivación es no verte como una víctima pasiva de este mal tan pequeñito y dominable que te reirás de ver cómo doblegas.

El secreto tiene que ver con un viejo arte japonés: ¿has escuchado hablar del arte de ceder?

Puede que te lo cuestiones ahora de repente. Si no tienes pequeñas nociones de los deportes de lucha, quizá te cueste más trabajo darte cuenta.

¿Deporte? ¿Arte? ¿Qué tiene que ver todo esto junto en unas oraciones?

Pues que ese arte de ceder del que te hablo no es más que el judo. Ahora sí se te enredó todo, ¿no? Qué va, estamos cerca de mi punto. Tenle paciencia.

Dicen los japoneses que los árboles que más rápido se van en una tormenta son los más rígidos y fuertes. ¿Por qué? Por el mismo principio por el que se balancean los edificios modernos a prueba de viento.

Porque hay que saber ceder. En el judo, los deportistas que se mantienen estáticos y solo tratan de aplicar la fuerza son los que primero caen.

¿Quiénes triunfan? Los que se apoyan en la fuerza del contrario, aprenden a ceder para no quebrarse y luego usan ambas naturalezas para contrarrestar y llevarse al oponente al piso.

No te fajes con nadie. De eso no va este post. Vamos por el camino de que aprendas a usar la desmotivación y la aparente falta de ideas a tu favor.

Porque es cierto: no todos los días te correrá Red Bull por las venas (no es una promo gratuita, solo una metáfora consumista).

Entonces, para esas jornadas en las que parece que no se puede, lo mejor es ceder ante el desgano, usar esas sensaciones que te trae y aprovecharlas para escribir.

¿Te parece loco? Prueba a hacerlo algún día.

Verás que siempre hay temas relacionados con ese estado de ánimo que te saldrían mejor en una jornada tranquila que en la vorágine de la cotidianidad.

cuando te quedas sin ideas

Aprovecha entonces esa introspección para labores reposadas que no podrías hacer en un día normal. Imagen: Pexels

¿Qué hacer cuando te quedas sin ideas?

  1. Date cuenta a tiempo: Una primera recomendación que te ahorrará muchas fuerzas, horas y energía. No te des chance a procrastinar o entretenerte con las musarañas. Porque el efecto será peor. Si detectas que tu día anda medio down, reordena tus actividades y realiza las más adecuadas para ese estado de ánimo.
  2. El cinismo y la autocompasión no ayudan: No des pie a charlas del tipo: “Qué motivada estoy hoy a no hacer nada”. Si te sientas a reírte o lamentarte de tu estado de ánimo, te garantizo que tendrás la peor productividad en tu jornada. En vez de eso, reconócelo sanamente y trabaja por aprovecharlo como te contaré más adelante.
  3. Realiza actividades más intuitivas: Aunque no lo parezca, cuando tienes ese estado de ánimo estás más conectada contigo misma. Aprovecha entonces esa introspección para labores reposadas que no podrías hacer en un día normal. Tú descubrirás cuáles son las más adecuadas para ti, pero en mi caso disfruto mucho escribir sobre lo que me está pasando o simplemente conectarme con un buen libro que extrañaba hace bastante. Tengo amistades que usan esa desmotivación para actividades energizantes como las físicas. Tal vez sea tu día de organización, limpieza o decoración. Pero recuerda: no te dejes llevar y evita que se vuelva una jornada tóxica. Mejor sácale provecho y siéntete feliz por eso.
  4. Revisa tus apuntes más inspiradores: Estoy segura de que andas con frases, planes e ideas regadas por todos tus cuadernos o notas del móvil. Viaja a ellos por un rato para que tengas la oportunidad de revisitar uno de tus momentos de inspiración. Quizás una frase te salve el día o una chispa en pausa te ponga a crear de nuevo. Es sorprendente todo lo que olvidamos y recuperamos cuando tenemos estos momentos de paz, aunque sea a la fuerza.
  5. Escribe lo que te ocurre: Tanto para ayudarte a ti misma como para compartirlo con otra persona, una buena recomendación es que dejes constancia de esa fase de tu creatividad y energía para cuando puedas necesitar contarla. Ojo: que no sea un simple desahogo espiritual, sino una práctica con sabiduría y análisis. Entiende lo que te ocurre y piensa en ello con espíritu objetivo y constructivo.
  6. Inspírate: Piensa en algo que te haya funcionado otras veces y hazlo, aunque parezca que no quieres: tus instintos lo recordarán pronto. Puede ser un viejo libro, un podcast, una canción o una película. Si implica actividad por tu parte, mucho mejor, para que no vayas a quedarte tranquila y sin interactuar. Cuando menos te lo esperes, la inspiración llegará de esos lugares que tan bien te han acogido en otros momentos. Caminar o hacer cualquier ejercicio también funciona, pero en dependencia de si es algo que te apasiona o no.
  7. Interactúa con otras personas: Si estás sola o no tienes a alguien cerca, llégate a tus redes y ponte a leer un poco en Escríbete (qué sugerencia tan conveniente, ¿no?). Chiste serio aparte, puede funcionar que dediques un rato a leer los comentarios de los usuarios de tu servicio o producto, de los seguidores de tu blog o tus perfiles. Allí siempre encontrarás una fuerza única. Revisa los posts de tus colegas y procura aprender de lo que encuentras allí. Estoy segura de que saldrás de esa breve excursión online con muchas ideas válidas que aplicar en ti.

El último paso es que me cuentes cómo te fue. O que me dejes por aquí otras técnicas que tengas.

En compartir está el crecimiento. Te leo siempre.

Y créeme: cuando te quedas sin ideas, nunca es lo que parece. Siempre hay alguna por ahí dando vueltas.

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